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Hace unos días leía un sensacional artículo de Eduardo Garzón (@edugaresp) http://eduardogarzon.net/como-se-crea-el-dinero-y-quien-se-encarga-de-ello/ en el que explica el mecanismo de creación del dinero. Eso me recordó que hace unos años, fascinado por el tema y tras leer mucho sobre economía , escribí un cuentito para explicar sencillamente un asunto que es bastante desconocido y contraintuitivo. Espero que os guste, y que veáis las claves del asunto.. y las repasemos en los comentarios
Antonio, Bernarda y Capitanpincho son tres internos que viven en el manicomio de Seseña. Alejados de los avatares del mundo por su enfermedad y por los muros del centro pasan sus días sin más necesidad material que la de dejar pasar las horas. Son, a su modo, felices.
Un día paseando por el bosque que rodea el manicomio se encuentran al pie de un pino lo que para ellos es un maravilloso tesoro: un billete de cien euros, un billete de diez euros y una concha de caracol deshabitada. Maravillados ante tal vicisitud deciden repartírselo de una forma amigable:
-Yo – dice rápido Antonio – Me quedo con la concha, es muy bonita y es un valor seguro.
-A mi – se apresura el Capitanpincho – me encanta el color rojo del billete de 10. Con el podrá hacer realidad mis sueños. ¡¡Voy a montar un banco!!.
-Bueno – dice Bernarda con cara de estupefacción al ver lo realmente mal que están sus amigos – No me queda más remedio que quedarme con el billete de 100. Que le vamos a hacer.
No imaginaban que ese casual encuentro iba a convulsionar sus días.
A los pocos días, tras pedir información en un foro de Internet, Capitanpincho se ha pintado en la frente con un boli bic las letras “CAPITANPINCHO BANK’S”. Cuando Bernarda lo ve le da sus 100 euros y le dice:
-Mira, justamente buscaba un banco para que guardase mi fortuna. Toma aquí tienes.
Se acababa de materializar el primer movimiento de lo que sería una gran expansión de la economía.
Al poco aparece Antonio que viendo el sueño cumplido de Capitanpincho decide explicarle que el también tiene un sueño y que con su ayuda podría hacerse.
-Verás, Capitanpincho, estoy secretamente enamorado de Bernarda y quisiera conquistarla. El otro día vi como le gustaban mucho esos billetes verdes de 100 euros. Creo que si le regalase uno ella se fijaría en mí.
-mmm – empieza a cavilar pensativo Capitanpincho mientras se mesa su inexistente perilla – excelente, te podría hacer un préstamo de esos 100 euros. A un interés razonable, por supuesto.
-Venga, venga, hecho, ¿donde hay que firmar?
El préstamo se produce y Capitanpincho, movido por la legalidad, deposita 2 de sus 10 euros (un 2% del préstamo) en el buzón del administrador del manicomio que ya le había dicho que esas eran las condiciones para operar.
Antonio con gran galanteo le da el billete a Bernarda que en pocos minutos corre a ingresarlo al Capitanpincho’s Bank. “Guau, como marcha el negocio” piensa su administrador único.
Ante el poco avance de su operación de conquista, Antonio decide insistir, necesitará otro billete y sale corriendo hacia el banco
-Capitanpincho, capitanpincho, mis operaciones van viento en popa pero necesitaría otro billete.
-mmm – está vez Capitanpincho opta por juntar las manos como ha visto hacer en alguna serie de televisión – pero entonces me deberás ya 200 euros, ¿Qué garantías me ofreces?
-Puedo garantizártelo…- Antonio hace una pausa, no sabe si decirlo pero al final lo suelta osadamente – …con mi concha de caracol!!, es un valor seguro, cada día vale más.
-Vale, aquí tienes tu segundo billete – Le dice el banquero mientras tapa con el dedo el número de serie del billete que obviamente no ha cambiado desde que lo encontraron en el bosque y se lo quedo Bernarda.
Antonio vuelve a insistir con Bernarda, en realidad su sola compañía ya le compensa la deuda creciente y por otro lado duerme bien tranquilo sabiéndose avalado por el incalculable valor de su concha de caracol. Bernarda disfruta del galanteo de Antonio que por otra parte le reporta lo que parece una fuente inagotable de aquello que más desea: Billetes verdes de 100 euros. Con este ya son tres que corre a poner a buen recaudo del amigo banquero.
Al poco de abandonar Bernarda el banco, se acerca Antonio que vuelve a repetir la operación.
-Pincho, necesito otro billete
-Pero serán entonces 300 euros lo que me debas, esto tiene su riesgos y no sé yo…
-Firmaré lo que sea, te puedes quedar con mi concha si no pago, trabajaré hasta el final de mis días- gime Antonio con dramatismo
-Bueno, vale, aquí tienes
Y el billete vuelve a cambiar de manos. Capitanpincho pone la parte que toca en el buzón del administrador y ya van 6 de sus 10 euros, aunque se empieza a preocupar, hay algo raro en todo esto: dándole vueltas a un solo billete de 100 euros, Bernarda tiene un depósito de 300 y Antonio una deuda de 300. Intuye que ser banquero no puede ser tan fácil.
Por la tarde el ciclo se repite 2 veces vertiginosamente: Antonio le da el billete a Bernarda a cambio de su compañía, Bernarda lo ingresa y CapitanPincho retira otros 2 euros de sus 10. Antonio pide un dinero al banco de Pincho que se lo presta para dárselo luego a Bernarda que lo ingresa. En este momento ya es tarde para más movimientos pero por otra parte Capitanpincho ya no tiene más dinero para meter en el buzón del administrador.
Esa noche Capitanpincho no duerme: Bernarda tiene un deposito de 600 euros del que solo quedan 100, bueno, los 100 únicos que se han movido todo el rato. Antonio tiene una deuda de 500 euros que no puede pagar, es imposible que su concha de caracol se pueda vender por tanto. Y Capitanpincho no tiene más capital que poner en el buzón del administrador.
Su aventura bancaria ha terminado, bueno, quizás pueda hablar con el administrador y decirle que suba la dosis de esas pastillitas de colores que nos dan a ver si nos encontramos más cosas de valor en el bosque.
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